En la toma de una fotografía, uno de los elementos más importantes es la luz. Frecuentemente prestamos más atención a otros factores, como la misma cámara, gastando mucho dinero, pensando que esa inversión nos proporcionara mejores fotografías sin más. Pero, si nos fijamos más en la luz, nuestras fotografías cambiarán rápidamente a mejor.
La misma escena en horas diferentes del día puede parecer otra muy distinta. A veces, sobre todo al aire libre, la luz cambia muy rápidamente, a veces, en cuestión de segundos.
Nos hemos de convertir en buscadores de luz. Fíjate en el tono verdoso de la sombra de un árbol, en la luz difusa que se cuela por una ventana, en las alargadas sombras del atardecer, en la luz potente y directa del mediodía...Todos los tipos de luz tienen su gran encanto. Es falso eso de que la luz de pleno día no es buena para hacer fotografías. Existen fotógrafos que no la saben aprovechar, pero, eso, no es culpa de la luz.
Y qué decir de la luz que hay justo después de una tormenta de verano. Puede ser uno de los momentos más agradecidos arriba a salir a la calle con la cámara. Dejamos aquí un par de imágenes de una de esas situaciones. Son fotografías hechas con un teléfono móvil, sin grandes objetivos ni gasto descomunal. La gran artífice de estas imágenes es la luz.
Por cierto, es el convento de Gotor (Zaragoza).
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