Cuando tomamos fotografías para montar, posteriormente, una panorámica, hemos de tener en cuenta una serie de normas básicas, que nos permitirán obtener mejores resultados.
Para empezar, si es posible, conviene usar trípode. Eso sí, hay que nivelarlo bien, y comprobar que, al ir girando la rótula, para ir tomando las sucesivas fotografías, no pierda la horizontalidad.
Una vez bien colocado (habiendo dejado libre la rótula para el giro horizontal, y bien sujetos los otros sentidos de giro), empezamos a tomar la imágenes. En realidad da igual empezar por la derecha o por la izquierda. Lo importante es que las fotografías se solapen en alrededor de un 25%. Básicamente, es tan sencillo como eso.
Sí hemos de tener en cuenta el tema de la exposición. A veces la diferencia de luz entre un extremos y otro de la imagen final es muy considerable (puede haber zonas nubladas, que aparezca el Sol en el encuadre...). No se pueden dar normas fijas en ese sentido, ya que cada imagen es un caso totalmente diferente, pero sí suele ser recomendable decidir una exposición que pueda ser adecuada a toda la escena y bloquear la exposición con esos parámetros, o bien, usar el modo manual.
Una opción, algo más trabajosa, puede ser tomar cada fotografía con horquillado, para luego, tener más donde elegir, o, lo mejor de todo, usar el formato RAW, para poder obtener diversas versiones con exposiciones bien ajustadas en el ordenador.
De todas maneras, en escenas con mucho contraste entre entremos (o entre extremos y zonas intermedias), puede resultar bastante complicado obtener una exposición global muy compensada, siendo frecuente tener que sacrificar, en cierta medida, unas u otras zonas.
Como apunte adicional, advertir que muchas cámaras, compactas, especialmente, incluyen, entre sus modos de escena un modo panorámico. Sin embargo, aunque pueda ser útil en muchos casos, frecuentemente se trata de una falsa panorámica, consistente en un simple recorte de una fotografía normal. Por ello, la resolución es menor de la que ofrece la cámara en modo normal. Conviene tenerlo en cuenta.
Para empezar, si es posible, conviene usar trípode. Eso sí, hay que nivelarlo bien, y comprobar que, al ir girando la rótula, para ir tomando las sucesivas fotografías, no pierda la horizontalidad.
Una vez bien colocado (habiendo dejado libre la rótula para el giro horizontal, y bien sujetos los otros sentidos de giro), empezamos a tomar la imágenes. En realidad da igual empezar por la derecha o por la izquierda. Lo importante es que las fotografías se solapen en alrededor de un 25%. Básicamente, es tan sencillo como eso.
Sí hemos de tener en cuenta el tema de la exposición. A veces la diferencia de luz entre un extremos y otro de la imagen final es muy considerable (puede haber zonas nubladas, que aparezca el Sol en el encuadre...). No se pueden dar normas fijas en ese sentido, ya que cada imagen es un caso totalmente diferente, pero sí suele ser recomendable decidir una exposición que pueda ser adecuada a toda la escena y bloquear la exposición con esos parámetros, o bien, usar el modo manual.
Una opción, algo más trabajosa, puede ser tomar cada fotografía con horquillado, para luego, tener más donde elegir, o, lo mejor de todo, usar el formato RAW, para poder obtener diversas versiones con exposiciones bien ajustadas en el ordenador.
De todas maneras, en escenas con mucho contraste entre entremos (o entre extremos y zonas intermedias), puede resultar bastante complicado obtener una exposición global muy compensada, siendo frecuente tener que sacrificar, en cierta medida, unas u otras zonas.
Como apunte adicional, advertir que muchas cámaras, compactas, especialmente, incluyen, entre sus modos de escena un modo panorámico. Sin embargo, aunque pueda ser útil en muchos casos, frecuentemente se trata de una falsa panorámica, consistente en un simple recorte de una fotografía normal. Por ello, la resolución es menor de la que ofrece la cámara en modo normal. Conviene tenerlo en cuenta.
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Fotografía básica