Disponer de una cámara digital de alta calidad y someter a nuestras imágenes a diversos procesos de mejora debe ser algo destinado a obtener unas magníficas imágenes, ya sea para verlas en la pantalla o en papel. Si las vamos a ver en la pantalla, la calidad de ésta tiene mucho que decir en la calidad de lo que veamos. Si el destino es el papel, las posibilidades son sumamente variadas.
Para empezar, la pregunta básica es ¿las imprimo en la impresora o las llevo a un laboratorio?
Bien, esa pregunta puede ser respondida de muchísimas maneras, pero ninguna va a ser concluyente. Para empezar, hay impresoras buenas y malas, lo mismo que los laboratorios.
Impresora
Las impresoras actuales tienen muchas ventajas, aunque no están exentas de inconvenientes. Hay que remarcar que la mayoría de ellas, incluso las económicas, son capaces de ofrecer una calidad de imagen muy alta. Además, en manos de un usuario experto nos permiten un muy buen control del color, que, una vez superado el trámite de la calidad fotográfica (común a la mayoría), supone el mayor reto. Eso sí, controlar el color no es tan fácil: hay que calibrar la pantalla y disponer de los perfiles de impresión. Éstos son exclusivos de la tinta y del tipo de papel que usemos. Es decir, si cambiamos de papel, hay que obtener sus perfiles específicos. Esos dichosos perfiles los podemos encargar (no son baratos), o los podemos hacer nosotros, si es que tenemos el aparato adecuado, que tampoco es barato y da un buen trabajo. Por otro lado, las impresoras tienen el inconveniente de la tinta y su precio. La realidad es que algunas impresoras ofrecen precios asequibles por cada copia, pero suela acabar siendo engorroso el hecho de que se te gaste un color a mitad de trabajo, y sólo para unas pocas copias, has de comprar un cartucho que te arruina el presupuesto.
Las impresoras nos dan la posibilidad de imprimir en tipos de papel muy diversos: brillo, mate, perlado, tipo dibujo...hacer postales, calendarios... En fin , que hay muchas posibilidades, aunque, especialmente con impresoras baratas hay que esperar problemas de atascos, impresiones torcidas, impresiones de poca calidad o con rayas cuando se está gastando la tinta...
La realidad es que imprimir en casa, potencialmente, es la mejor opción si se dispone del material y de de los conocimientos adecuados. Pero hay que prepararse a enfrentarse a problemas diversos como los mencionados.
Hay que remarcar, eso sí, que los problemas de durabilidad de las imágenes están bastante superados, especialmente en las impresoras de pigmentos, ya que las copias son capaces de aguantar décadas sin pérdida aparente del color.
Laboratorio
El laboratorio es la otra opción. Desde luego, de unos laboratorios a otros puede haber mucha diferencia, con lo que conviene hacer algunas pruebas antes de embarcarse en grandes o importantes pedidos. Algunos hasta proporcionan los perfiles de color, con lo cual, en teoría, podemos tener un buen control del resultado final a ese nivel. En otros, preguntas por los perfiles y no saben ni de qué estás hablando.
Desde luego, si no tenemos acceso a los perfiles de color podemos encontrarnos con resultados bastante impredecibles.
Otro problema es la inconstancia en los resultados. Algunos son siempre buenos; otros, son siempre malos; y, otros, a veces te hacen bien las copias y, otras, no: depende del "maquinista" y del estado de conservación y mantenimiento de las máquinas.
Los laboratorios suelen ofrecer buenos precios, pero cuidado con que eso no vaya en detrimento de la calidad. No quiere decir que un laboratorio barato sea malo (los hay baratos y buenos), pero hay que asegurarse, y comprar con otros, si tenemos oportunidad.
También son habituales los errores cuando encargas varias copias en diferentes tipos de papel o en diferentes tamaños. Y, el problema principal, el de las fotos cortadas. Para evitarlo, hay que pedir que las hagan con bordes blancos, en caso de que no coincida el formato del papel con el de la imagen, o bien, llevarlas ya recortadas a medida.
Conclusión
En definitiva, el control total, base de aplicar, a partes iguales, conocimientos, buen material y paciencia, lo obtenemos con la impresora.
Pero podemos ganar comodidad, gastar menos y, con suerte, mantener un buen nivel de calidad, si vamos a un laboratorio de confianza, asumiendo que, normalmente, nuestras fotografías van a ser reveladas en base a procesos automáticos, con el riesgo que ello implica.
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